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Los almogávares de la Crónica de San Juan de la Peña








Muerto el rey Pedro sin hijos, le sucedió Alfonso su hermano en Aragon y Navarra, y fué llamado el Batallador, porque no hubo otro tan esforzado guerrero que venciera en treinta y nueve batallas. Contrajo matrimonio con Urraca hija del rey Alfonso, el que tomó á Toledo; fué rey de Aragon y Navarra por derecho hereditario, y de Castilla por su mujer. Pobló el Burgo nuevo de Pamplona en el campo de Iruña y concedió a sus pobladores grandes privilegios. Pobló tambien á Soria, Almazan, Berlanga y Belorado, y fué llamado Emperador de España. En el año del Señor MCX arrebató á Ejea de los paganos y concedió grandes privilegios á sus pobladores, y entónces tomó el título de Emperador: y porque de Gascuña y de ultrapuertos de habían allí reunido muchos nobles y caballeros avezados á las armas, construyeron iglesias á beneficio del monasterio de la Selvamayor, las cuales el Emperador, como á quien esto competía en virtud del privilegio concedido á su hermano, las donó al dicho monasterio, en el que al presente se hallan monges negros, que todavía las poseen. Pocos dias despues se apoderó de Tauste, y su iglesia la agregó al monasterio de San Juan. En seguida pobló el Castellar de ciertos hombres que vulgarmente dicen Almogávares; cuyo lugar, habia sido ya poblado por su padre. El mismo año puso sitio á Zaragoza con sus aragoneses y navarros, y con Centulo de Bearne y sus gascones que hicieron maravillas, y con el conde de Alperche que había venido de Francia á su servicio y al de Dios; pues extendida la fama de su nombre por todo el mundo, habia atraido junto á sí á los nombrados entre los más valientes guerreros que se conocían. Hallándose en el sitio de Zaragoza, los moros de Tudela insultaban á los sitiadores y traían vituallas á los sitiados por el Ebro, y de la parte de Castilla: y no pudiendo sufrirlo el Emperador envió contra Tudela al conde de Alperche con seiscientos caballos. El Conde se escondió cerca de Tudela, en tanto que cien peones y sobre treinta caballos recorrían sus alrededores, acometiendo y matando á los hombres y ganados que encontraban; advertido lo cual por los sarracenos salieron segun su costumbre y cayeron sobre ellos abandonando la poblacion, excepto algunos pocos; y miéntras se encarnizaban persiguiendo á los cristianos estaban bien léjos de sospechar la emboscada prevenida contra ellos. Aprovechando la ocasion, el Conde, salió de su escondite y sin ser notado entró en Tudela; y sin hallar resistencia se apoderó de la fortaleza y tomó las puertas en donde segun regresaban los sarracenos, los mataba ó hacía prisioneros sin que ninguno quedára libre. Grande alegría tuvo el Emperador cuando supo lo sucedido y como era piadoso y bueno concedió Tudela al Conde y á los suyos. Regresó despues éste al sitio de Zaragoza, en donde se trabó una gran batalla contra su rey Almetzalen que fué completamente vencido. Los que habían quedado dentro de la ciudad temiendo por sus vidas, despues de grandes luchas, la entregaron al Emperador; el cual queriendo premiar á los que más se habian distinguido, dió al conde Centulo de Bearne en propiedad toda la parroquia de Santa Maria del Pilar en la que todavía se conservaban algunos cristianos. Al conde de Alperche dió un barrio en el que se pudiese alojar, que hoy se llama el cuartel (ó cuarton) del Conde de Alperche. Obtuvo tambien el Emperador en Cutanda una gran victoria en que se distinguió sobremanera el conde de Poitiers al frente de seiscientos caballos, y costó la vida al hijo del Miramomelin con multitud de los suyos, y de aquí tomó su orígen el proverbio vulgar, «Peor que la de Cutanda.» El año 1118, se apoderó el Emperador, de Daroca, Calatayud, Tarazona y todos los lugares del rio de Borja y de hácia la parte de Tudela. Despues de esto, el Emperador concibió sospechas de su mujer con la cual no queria vivir, y la puso presa en el Castellar (sobre Zaragoza), y con los guardias que la envió se fué á Castilla. Pero los prohombres de Castilla pudieron al fin conseguir reconciliarlos. Algun tiempo despues, viendo el Emperador que la Reina no se correjía, so color de parenteso, pretestando que no queria vivir en pecado, la llevó á Soria y la entregó á los castellanos. Su parentesco era el siguiente: el rey Sancho el Mayor tuvo dos hijos, Fernando rey de Castilla y Ramiro, rey de Aragon; Fernando fué padre de Alfonso el que tomó á Toledo, padre de Urraca; Ramiro tuvo á Sancho el que murió en el sitio de Huesca, padre á su vez de Alfonso, marido de Urraca: por tanto se hallaban en tercer grado de consanguinidad. Los castellanos, viendo que Alfonso había abandonado á su mujer, que al fin era su Reina y señora natural, se conmovieron y entristecieron, tanto más, cuanto que en otra ocacion ya la había dejado, logrando por entónces reconciliarlos. Se presentaron á ella y le suplicaron los convocara á fin de poderle restituir sus estados por juicio de corte; puesto que tenían prestado homenaje á su marido. Y si bien es verdad que habian prestado homenaje al Rey reconociéndolo por señor; sin embargo, mirando su obligacion y considerando la deuda natural, acordes y unánimes todos, devolvieron á la Reina sus dominios. Hecho lo cual el conde Pedro Ansurez se fué al Emperador vestido de escarlata, cabalgando en un caballo blanco, y teniendo en sus manos una vestidura le dijo: «Señor, la tierra que me diste he restituido á la Reina, mi señora natural; á ti te ofrezco mi cuerpo, la boca y las manos con que te presté homenaje, para que de ello hicieres á tu talante.» El Emperador al escuchar esto se irritó sumamente y aun se dispuso á castigarle, pero al fin se contuvo por intercesion de los suyos con quienes tuvo consejo; y todos reconocieron que el Conde habia cumplido con su deber restituyendo á la Reina sus dominios y el homenaje al Emperador, y además le aconsejaron que lo perdonára y aun que le hiciera merced, como lo hizo; de donde en España, cuando acontece un caso semejante se resuelve del mismo modo. Habia en aquel tiempo en Castilla, un conde llamado Gome de Campdespina muy poderoso, con el que Urraca siendo viuda había tratado matrimonio, viviendo el rey Alfonso su padre, por cuya oposicion no se llevó á efecto. Por estas razones y viéndola abandonada por su marido, pensó que podría realizar su ántes frustrado proyecto, y llevó su pretension tan adelante, que consiguió entablar relaciones ilícitas con ella, que dieron lugar al nacimiento de un hijo, llamado Fernando Hurtado: confiado en ella y teniendo por seguro su matrimonio, comenzó á guerrear contra los aragoneses que se hallaban todavía apoderados de la mayor parte de las fortalezas de Castilla. Del mismo modo, otro conde llamado Pedro de Lara trabajaba secretamente por obtener el favor de la Reina, que al fin consiguió. Sucediendo estas cosas y estando el país en vias de perdicion, el rey Alfonso, por muchas razones á saber: primero por lo mal que le trataban la Reina y los suyos, segundo porque las más de las fuerzas de Castilla se hallaban en poder de aragoneses, se decidió á entrar en Castilla con un poderoso ejército. Los castellanos bajo las órdenes de los condes Gome de Campdespina y Pedro de Lara, se encontraron con los aragoneses en Campdespino cerca de Sepúlveda y pararon sus haces: mandaba la vanguardia el conde Pedro de Lara que tenia el estandarte real y la última linea el conde Gome, con la mayor fuerza. En el primer choque el conde Pedro ardiendo en deseos de estar con la Reina, abandonó su puesto y el real estandarte, marchándose á reunirse con ella en direccion de Búrgos, donde se encontraba. El conde Gome con otros castellanos se sostuvo cuanto pudo, pero al fin fué vencido y muerto con muchos de los suyos y cierto caballero del linaje de Olea, al cual fué encomendado el estandarte abandonado por el Conde, muerto el caballo y teniendo ambas manos cortadas, todavía lo conservaba alzado entre sus brazos mutilados gritando ¡Olea! ¡Olea! Siguiendo el rey Alfonso con su gente adelante, atravesó el Duero y por tierra de Campos se encaminó á Leon, devastando el país. Criábase á la sazon en Galicia cierto Alfonso, hijo de la reina Urraca y de su primer marido el conde Ramon de Tolosa; con el que había estado casada ántes que con el Rey de Aragon, en vida todavía de su padre el Rey de Castilla Alfonso VII; pues es de saber que este último, muerto su yerno el Conde, y por ódio que le profesaba, trató de privar al hijo que dejaba de la sucesion en sus estados, con cuyo objeto, arregló ántes de morir el matrimonio de su hija Urraca, con Alfonso de Aragon, deseando que éste por su valor, y sus descendientes, fuesen los que reinaran en Castilla y la defendiesen contra los moros. El precitado infante Alfonso, al frente de los leoneses y gallegos, salió á dar batalla en el lugar de Villadangos entre Leon y Astorga, siendo vencido y dispersado. Encontrándose el Rey de Aragon, que dos años hacía ya se hallaba en Castilla, falto de dinero para pagar sus tropas, y juzgando sin duda que Castilla era suya propia, echó mano del tesoro de las iglesias y monasterios; vendió y empeñó sus heredades, y pagó á su ejército, no obstante de ser católico y del patrocinio que Dios le dispensaba. Se presume que aquel sacrilegio cometido en Galicia y Leon, lo pagó mas adelante en la de Fraga. Obtenidas estas dos victorias regresó á Castilla, destruyendo los valedores del conde Pedro, de los que cogió algunos, y obligándole á encerrarse con la Reina en Monzon, cerca de Palencia, se volvió á su Reino. Como comenzara el conde Pedro á hacer públicas sus relaciones con la Reina, dándose aires de Rey, pues creia casarse con ella, los nobles del Reino, en union de otros, se le opusieron procurando impedir el casamiento; y enviaron á Portugal por el infante Alfonso, hijo de Urraca y de Ramon de Tolosa, que allí se encontraba desde la pasada derrota y lo eligieron por Rey: lo cual disgustó mucho á su madre y mucho más al Conde, que se opuso cuando pudo; pero Alfonso lo arrojó del Reino y á su madre la encerró en las torres de Leon para obligarla á someterse á su voluntad. Et porque las fortaleças de la tierra se tenían por Don Alfonso de Aragon, plegaron vno contra otro sus gentes et sus huestes por hauer batalla. Empero anteque del todo se plegassen, Don Alfonso de Castiella con consello de los suyos prelados enuió á Don Alfonso de Aragon á rogar como á padre quel diesse su Regno et non lo quisiesse aquell tirar por fuerça, pues de razon non podía, porque él parellado era ayudar et seruir como fillo á padre. Et Don Alfonso de Aragon, rendié gracias á Dios del consello et conoscimiento quel hauia dado á su fillo Don Alfonso de Castiella e como era muy piadoso adaquellos quelen demandauan gracia, respondió que sy antes aquesto hauies feto non contrario ni enemigo le sería seydo mas amigo verdadero.



Et pues gracia le demandaua, yera aparellado de fazer lend. Et portal que disension alguna non se siguiesse, entre los Regnos, reconocieron la tierra que yera de Navarra, yes assaber: Debro entro tierra de Búrgos, la qual por fuerça hauía tirada el rey Don Sancho de Castiella á su cormano el rey Don Sancho de Nauarra, fillo del rey Don García Remirez, et fizieron cartas entramos los Reyes, et los regnos de Castiella, et de Nauarra, et cada uno prendie sus cartas muyt bien firmadas et segnadas. Et toda la otra tierra de Castiella, mandóla render sueltamente á Don Alfonso: aqueste Don Alfonso, de aquí adelant non sequier clamar Emperador, sino rey de Aragon, de Pamplona et de Nauarra. Empues esto, en el año de nuestro Señor de M.CXXV (sic) plegó sus gents et con él Don Gaston de Bearne, Don Pedro vispe de Çaragoça, Don Esteuan, vispo de Iacca, en el mes de Octobre entraron en la tierra de los moros, tallando et destruyendo plegoron á Valencia, et depues passaron Xucar, et talloron Denya, depues passoron Murcia. Depues fueron á Dalmería que la clamauan en aquel tiempo Vrcia et á la raíz de vna sierra et montaña fincaron sus tiendas; et en el lugar que dizen Alcáçar tenieron la Nadal con gran goyo et abastemiento de viandas. Empues esto, fueron á Granada et talando et destruyendo. Depues cercó Córdoua y el Rey señor de todos los reyes moros Despaña con todo su poder ixió á dar batalla en el lugar queys dito Arinçol, et fueron vencidos los moros, et fue y el Rey de Córdoua, et morieron grandes gents de moros, que no y hauía conta, et non fué Rey en España que tanto ganasse de moros ni corriese nin talase nin tanto mal les fizies. Depues acabó de nueue años, feitas et uençidas muytas batallas et rendida la tierra al Rey de Castiella, et puestos en paz, seyendo en Pamplona por las grandes calentas, vino y mandado quel Rey moro de Lérida con gran poder de moros le hauían corrido Monçon et lur tierra. Et tantost fuesse por allá et enuió por toda Nauarra et Aragon cartas que todos sus vasallos viniessen á Fraga et plegó allí con CCC de cauallo. Et los moros acordaron que mas valía con aquellos dar la batalla antes que mas gentes se plegasen a éll. Et diéronle batalla et mataronlo. Otros dizen que de uerguença que era vencido, el que todos tiempos era seydo vencedor, passóse á Jherusalem. Pero nunca lo troboron ni muerto ni viuo. Otros dizen que a tiempo vino en Aragon et fauló con algunos que sabían de sus poridades; otros, que allí se perdió que no fué conoscido. Et el qui siempre fué vencedor, fué vencido, por su grant atreuimiento de sobra loçanía de coraçon et menosprecio de los enemigos, locura ys. En está batalla prunó muyt bien, el buen cauallero Don Gomez de Luna; et el Rey fué perdido en edad de LX un año.

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